La tortuga Laúd o Baula (Dermochelys coriacea), es la tortuga marina de mayor tamaño, se mueve por los océanos del planeta realizando migraciones transoceánicas de miles de kilómetros, desde las aguas tropicales, donde se reproduce, hasta aguas muy frías, a donde acude en busca de alimento.
Tanto en su apariencia como en su fisiología, se trata de una tortuga muy diferente del resto; es la única sin caparazón duro -su nombre en inglés Leatherback (espalda de cuero) alude a este rasgo- pero, además, la especie tiene toda una serie de características únicas que la distinguen, como poder mantener su temperatura corporal hasta unos 18ºC encima de la temperatura ambiente o bucear a grandes profundidades -hasta 1.000 metros- durante largos periodos.
Este reptil marino es una reliquia, la única superviviente que queda de la familia de tortugas Dermochelyidae cuya existencia se remonta a más de 100 millones de años. Estas extraordinarias criaturas, que habitan la Tierra desde la era de los dinosaurios, han sorteado numerosos peligros, pero en las últimas décadas su número ha ido disminuyendo a un ritmo alarmante, sobre todo en algunos lugares.
En la actualidad, sus poblaciones se encuentran catalogadas por la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) desde en peligro crítico de extinción hasta vulnerable según la zona de anidación en la que se encuentren localizadas. A contrarreloj, científicos de todo el mundo están estudiándolas e intentando poner en común sus conocimientos para ver cómo pueden salvarlas.
Las tortugas laúd tienen una distribución cosmopolita, atraviesan los océanos, tanto a lo largo como a lo ancho; las del Atlántico navegan desde el Caribe a Canadá o hasta Europa, pudiéndose ver en el Mediterráneo; las del Pacífico oriental viajan hasta Chile o California.
Las amenazas de la tortuga laúd son numerosas; aunque en muchos países está penalizado el saqueo de huevos todavía es frecuente en algunos lugares, otro impacto son las infraestructuras y la presión humana que afectan de diferentes maneras a las zonas de anidación; las hembras adultas para desovar buscan la oscuridad y los neonatos para ir al mar se guían por el brillo del agua, pero cuando hay luces detrás, se desorientan y van en sentido contrario.
Es un problema, además las playas están más compactadas, con más basura y depredadores domésticos, sobre las amenazas en el mar, los investigadores suponen que, como el resto de tortugas, están afectadas por la ingestión de plástico, pero en el caso de la laúd al ser muy pesada no es frecuente encontrarla varada por lo que no se ha determinado el impacto en las poblaciones de esta especie. Actualmente, las poblaciones están tan mermadas que en todo el Pacifico Oriental quedan unas 500 hembras.
Fuente: www.elmundo.es
Artículo editado el 4 julio, 2021 6:28 pm
El Dia Mundial del braille, se conmemora desde 2019 por consenso de la Asamblea General… Leer más
Si alguna vez has estado en la playa, sabes cómo la temperatura puede afectar el… Leer más
En la búsqueda constante de mejorar la tecnología robótica, la naturaleza sigue ofreciendo una fuente… Leer más
Actualmente, solo existen siete especies de tortugas marinas. Entre ellas, hay dos del género Lepidochelys: la… Leer más
A pesar de los esfuerzos globales y las leyes internacionales destinadas a proteger a las… Leer más
Investigadores han reexaminado un fósil vegetal hallado hace décadas en Colombia y se han dado… Leer más
Este sitio web usa cookies propias y de terceros para mejorar su experiencia de navegación.