A pesar de los esfuerzos globales y las leyes internacionales destinadas a proteger a las poblaciones de tortugas marinas amenazadas y en peligro de extinción, su consumo sigue siendo una tradición de larga data entre muchas culturas alrededor del mundo. Investigaciones en comunidades pesqueras del noroeste de México demuestran que el consumo ilegal de carne y huevos de tortugas marinas presenta graves riesgos tanto para la conservación animal como para la salud humana.
La exposición humana a metales pesados puede provocar un mayor riesgo de cáncer, enfermedades cardiovasculares, diabetes, hipertensión y trastornos neurológicos. Además, el tráfico y la captura ilegal de tortugas marinas amenazan la disminución de sus poblaciones.
El estudio enfatiza que el mejor enfoque para proteger a las tortugas marinas debería incluir una campaña de salud pública que eduque a las comunidades locales sobre los efectos adversos para la salud de comer tortugas marinas.
“La esperanza es que la gente piense: ‘Si es malo para mi salud, entonces tal vez debería dejar de comer tortugas marinas'”, explicó Aguirre, quien se desempeñó como profesor y presidente del Departamento de Política y Ciencias Ambientales de la Universidad George Mason. “Las campañas sobre el atún y los peces grandes han demostrado que esto es eficaz cuando se trata de educar a la gente sobre los peligros del consumo de mercurio, por lo que nos alienta que esta estrategia socio ecológica funcione”.
Además de recopilar información sobre el historial de salud, las dietas y las opiniones sobre el medio ambiente de los participantes del estudio, los investigadores analizaron las muestras de cabello de los participantes en busca de metales pesados. Más de la mitad de ellas, contenían altos niveles de aluminio, arsénico, plomo y mercurio, y aquellos con altos niveles de aluminio tenían más probabilidades de haber comido carne de tortuga marina.
La comida es el principal factor de exposición humana a los metales pesados, y se sabe que las tortugas marinas contienen una alta concentración de metales pesados debido a su dieta, que consiste en una variedad de peces, moluscos, algas y esponjas, muchos de los cuales contienen dichos contaminantes.
México prohibió el consumo de tortugas marinas en 1990 y lanzó una variedad de campañas ambientales destinadas a protegerlas, pero muchos residentes costeros continúan consumiéndolas, a pesar de informar que apoyan la conservación de la vida silvestre. Esto probablemente se deba a que tradicionalmente se cree que comer tortugas marinas cura una variedad de dolencias, incluidos problemas respiratorios y niveles bajos de testosterona.
“Dada la falta de oportunidades económicas y las malas temporadas de pesca, la gente aprovecha la venta de carne de tortuga marina en el mercado negro”, explicó Alan A. Zavala-Norzagaray, profesor investigador del Instituto Politécnico Nacional en Sinaloa. “La demanda de carne de tortuga persiste por parte de personas que tradicionalmente la han consumido durante muchos años”.
Para alterar estas tradiciones culturales profundamente arraigadas, los investigadores buscan un enfoque múltiple: los profesionales de la salud clínica deben hablar con sus pacientes sobre los peligros de comer tortugas marinas; los esfuerzos de comunicación deben abogar por la salud ambiental; la participación de la comunidad ayudará a generar confianza e impulsar el cambio social; y se necesitan mejores esfuerzos de monitoreo para controlar el comercio ilegal de tortugas marinas.
Esta solución refleja la perspectiva transdisciplinaria que los investigadores emplearon para este estudio. “Un enfoque de investigación de One Health enfatiza la interdependencia de la salud humana, animal y de los ecosistemas, y este proyecto se involucró significativamente con cada uno de esos tres dominios de la tríada One Health”, dijo Kathryn Jacobsen, profesora de epidemiología y salud global en la Universidad de Richmond.
“Los problemas ambientales, como el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, son tan complejos que necesitamos que una variedad de disciplinas se unan para encontrar soluciones aplicadas”, dijo Aguirre. “Todos estamos interconectados y, por lo tanto, nuestros enfoques ante los desafíos globales también deben estarlo”.
Fuente: Colorado State University – Colegio Warner de Recursos Naturales
Artículo editado el 19 febrero, 2024 9:48 pm
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